La formación del carácter es un enfoque educativo que tiene en cuenta las habilidades socioemocionales de cada persona para que estas puedan aprender valores y adquieran hábitos positivos o virtudes que les permitan actuar con responsabilidad, justicia, templanza y compromiso hacia los demás.

Se centra en mejorar la personalidad, facilitándoles llegar a ser mejores personas. Se fundamenta en la empatía, ayudándoles con la prudencia para tomar decisiones éticas que les permitan vivir felices, con sentido y llenos de hábitos positivos. A través de experiencias educativas significativas, la formación del carácter promueve la mejora de las habilidades socioemocionales, ayuda a mejorar la convivencia y logra el desarrollo de la personalidad para que puedan convertirse en personas íntegras capaces de aportar positivamente a la sociedad.

Los pilares de la educación del carácter son un marco ampliamente aceptado para educar en valores esenciales. Estos son:

• Autoconocimiento y autoestima: reconocer y comprender nuestras emociones, fortalezas y áreas de mejora, valorándonos de manera equilibrada.
• Empatía y solidaridad: comprender las necesidades y sentimientos de los demás, y actuar de manera que se les apoye y beneficie.
• Resiliencia: enfrentar retos y dificultades con constancia, aprendiendo de los errores y superando obstáculos.
• Autocontrol y disciplina: gestionar las emociones, mantener hábitos positivos y perseverar frente a dificultades.
• Cooperación y altruismo: trabajar con otros de forma constructiva, fomentando relaciones de apoyo mutuo, y buscando el bienestar y desarrollo de los demás.
• Responsabilidad personal y social: asumir las consecuencias de nuestras acciones y contribuir activamente al bienestar de la comunidad.
• Honestidad e integridad: actuar de manera coherente con nuestros valores y principios, siendo sinceros y confiables.

La diferencia principal es que la educación emocional se centra exclusivamente en el desarrollo de competencias emocionales para reconocer, entender y gestionar las emociones, mientras que la educación del carácter se enfoca en la formación de la personalidad mediante el aprendizaje de valores, siendo capaz de tener hábitos positivos que facilitan la realización de actos buenos y los valores duraderos.

Mientras la educación emocional trabaja el mundo interior y las relaciones interpersonales, la educación del carácter articula ese desarrollo emocional con la formación humana y ética del estudiante.

En un contexto marcado por la digitalización, la diversidad y el cambio constante, la educación del carácter te ofrece una respuesta sólida y transformadora en tu formación. Este enfoque te permitirá formar personas íntegras, emocionalmente equilibradas y socialmente comprometidas capaces de encontrar sentido en lo que hacen y construir relaciones sanas.

A través de la maestría aprenderás a fomentar la convivencia y el respeto mutuo en el aula, prevenir conflictos y conductas de riesgo y desarrollar en tus estudiantes resiliencia, responsabilidad y madurez personal. Todo ello contribuye a crear entornos educativos más humanos, colaborativos y emocionalmente saludables.

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